Según algunos analistas, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó fuerte al Segundo Informe de Gobierno porque cuenta con una popularidad del 58 por ciento. Allí está el problema de la ciencia política numerológica que confunde popularidad con fortaleza; en realidad, son dos cosas distintas. Cierto, a pesar de la pandemia del Covid-19 y de la crisis económica, el nivel de aceptación de López Obrador es alto; pero eso no significa que sea un Presidente fuerte.
Me explico: el sistema presidencial mexicano producto del Régimen de la Revolución se basó en instituciones fuertes. De allí que, durante décadas ese sistema presumiera de haber logrado garantizar la estabilidad política y la paz social. La paz priista se sustentó en la hegemonía del partido oficial, el verticalismo y el autoritarismo. El proceso de democratización trajo consigo la pluralidad, la horizontalidad y la negociación entre los partidos como mecanismo privilegiado para llegar a acuerdos.
Fecha: 4-sept.-20
Autor: José Fernández Santillán
Medio: Crónica
https://www.cronica.com.mx/notas-informe_o_discurso_de_campana-1163077-2020
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