Treinta y seis horas después de que el líder de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, propuso convertir al Inegi en un comisario político y fiscalizador del patrimonio y bienes privados, el presidente Andrés Manuel López Obrador salió a apagar el fuego. No es conveniente, zanjó en Palacio Nacional, para eliminar un horizonte de impuestos patrimoniales y expropiaciones –como diseñó o ejecutó el presidente José López Portillo por una crisis económica que él mismo provocó–, generó una dura crítica por la intencionalidad del partido en el poder, en un momento en que tendría que estar evitando el conflicto permanente para salir de la emergencia sanitaria y enfrentar la catástrofe económica con un consenso nacional.
Ramírez Cuéllar es un político inteligente, usualmente sensato –como describió el director de El Financiero, Enrique Quintana-, y que como presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados había luchado contra los emisarios del Presidente en la negociación presupuestal, para no deshidratar por completo el corpus del sector público en aras de la dogmática austeridad López Obrador. Cuidadoso, Ramírez Cuéllar no es ningún suicida. Por esto mismo, no es creíble que haya sido una iniciativa sin inducción presidencial.
Fecha: 20-may.-20
Autor: Raymundo Riva Palacio
Medio: El Financiero
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/raymundo-riva-palacio/le-cree-al-presidente
[download id=”2117″]